Elena Vigario

Mindfulness

En este post vamos a tratar el tema del mindfulness o, más bien, del mindfulness Hacendado, y digo esto porque yo no soy ninguna experta en el tema y todo lo que sé me lo ha enseñado mi psicóloga, pero luego yo lo he llevado a la práctica un poco a mi manera. Es decir, en lugar de poner mi vida patas arriba para meter el mindfulness con calzador, he adaptado el mindfulness a mi vida.

El mindfulness consiste ni más ni menos que en centrar nuestra atención en el momento presente. Os lo voy a explicar con un ejemplo muy sencillo: te suena la alarma a las 7am y como buenamente puedes te levantas de la cama y te arrastras hasta la cocina todavía con legañas en los ojos para prepararte un café. Mientras el café sube, automáticamente enciendes la televisión para ver el telediario matinal y te tomas el café con la voz del presentador metida en tu cabeza. Luego te vas a la ducha y mientras te enjabonas te pones de fondo un podcast y, con el pelo todavía mojado, vas corriendo al metro para no llegar tarde. Ahora bien, después de esta rutina, ¿sabrías decirme si el café estaba bueno? ¿Sabrías describir el olor del jabón y del champú? ¿En la calle hacía frío o calor?

El mindfulness consiste ni más ni menos que en centrar nuestra atención en el momento presente

Probablemente no sepas responderme a ninguna de estas preguntas porque en los 30-40 minutos que ha durado tu rutina de mañana no te has centrado ni un segundo en el momento presente. Mientras te tomabas el café estabas pendiente de las noticias, en la ducha estabas pendiente del podcast y de camino al metro estabas pendiente de la reunión que tenías a las 9.

Esta desvinculación cuerpo-mente probablemente esté relacionada con el ritmo de vida tan frenético que llevamos, especialmente en las ciudades, y una vez que nos metemos en la rueda de ir con prisas a todos lados es muy difícil salir de ella. Sin embargo, traigo buenas noticias: no hace falta dejarlo todo e irse a vivir a un monasterio budista perdido en medio del Tíbet para practicar el mindfulness.

Volvamos a nuestra rutina de mañana: en lugar de encender la televisión cuando entras en la cocina, céntrate en el café: ¿qué tacto tienen los granos? ¿A qué huele? ¿A qué sabe? ¿Está frío o está caliente? Cuando vayas al baño, céntrate en la ducha: ¿a qué temperatura está el agua? ¿a qué huele este jabón? Y cuando vayas al metro, en lugar de ir corriendo, fíjate en tu entorno: ¿hace frío o hace calor? ¿qué escuchas? ¿qué ves?

Pequeños cambios que podemos hacer en el día a día

Llegados a este punto os preguntaréis: ¿pero esto no es un blog de migraña? ¿Qué tiene que ver toda esta parafernalia con la migraña? Pues tiene muchísimo que ver. Una de las cosas de las que me ha salvado el mindfulness es de la preocupación constante por cuándo va a aparecer la migraña. Si en este momento no me duele, voy a disfrutar el momento presente, ¿no? Y luego está el hecho de que el mindfulness te lleva necesariamente a tener un estilo de vida mucho más pausado y por tanto reduce el nivel de estrés, y ya sabemos que el estrés está estrechamente relacionado con la migraña.

El mindfulness te lleva necesariamente a tener un estilo de vida mucho más pausado y por tanto reduce el nivel de estrés, y ya sabemos que el estrés está estrechamente relacionado con la migraña

Así que ya, para ir cerrando, te animo a que en tu próxima ducha dejes de lado el teléfono móvil y te centres en las sensaciones que percibe tu cuerpo.