Encontrar la calma en lo cotidiano
No sé si lo habré contado alguna vez, pero en una de las primeras consultas que tuve con el neurólogo, este me preguntó: ¿qué te gusta hacer para divertirte pero que no lo haces por la migraña? Ante esta pregunta, lo que probablemente pensarías es: viajar por todo el mundo, poder salir con mis amigos, poder disfrutar de mi familia, no depender de la medicación, no faltar al trabajo, poder sacar adelante mis estudios…Todas estas cosas están muy bien, pero son aspiraciones quizá demasiado grandes y, hasta cierto punto, poco realistas. Sobre todo en el caso de la migraña crónica.
¿Qué te gusta hacer para divertirte pero que no lo haces por la migraña?
Sin embargo, todas estas metas tienen algo en común: queremos hacer todas esas cosas con la tranquilidad de que no va a dolernos la cabeza. Pero, repito: viajar y pretender que no te duela la cabeza es como pedirle a un ciego que vea. Por lo tanto, vamos a apuntar un poco más bajo para evitar frustraciones y enfados innecesarios. Vamos a buscar la calma en las cosas cotidianas.
Leer un libro, ver una película o una serie, pasear cuando apenas ha amanecido y no hay casi nadie en la calle, el primer café de la mañana, la tostada de aceite, tomate y sal (que no se note que amo desayunar), bañarte en el mar en verano y ducharte con agua muy caliente en invierno, conseguir la postura de yoga que llevabas tiempo intentando…Esto es lo que yo quiero. Poder vivir en calma y con un dolor soportable para poder disfrutar del placer de las pequeñas cosas.
Esto es lo que yo quiero. Poder vivir en calma y con un dolor soportable para poder disfrutar del placer de las pequeñas cosas
Por eso, cuando me preguntó el neurólogo que qué me gusta hacer para divertirme y no hago por culpa de la migraña, la respuesta sería: poder irme a la cama con la felicidad y la tranquilidad de haber tenido un día cristalino y no haber perdido la concentración mientras leía mi libro favorito.