No romanticemos la migraña
El post de hoy nace un poco desde el cabreo, y es que estoy cansada del discurso romántico que hay en torno a las enfermedades crónicas, ese discurso basado en el “lo que no te mata, te hace más fuerte”. Pues mira, siento decirte que no. Está muy bien lo de tomarse los reveses de la vida como un aprendizaje, pero las épocas complicadas no necesariamente te hacen más fuerte. Más bien, todo lo contrario.
Está muy bien lo de tomarse los reveses de la vida como un aprendizaje, pero las épocas complicadas no necesariamente te hacen más fuerte. Más bien, todo lo contrario
Imagínate por un segundo que atraviesas un campo de minas y que, de cada diez pasos que das, en nueve pisas una mina. ¿Cómo sales de ese campo? Echa un cuadro. Pues lo mismo con la migraña. Si pasan los meses y los meses y vas encadenando una crisis con otra, terminas hecha polvo. De hecho, me voy a abrir en canal y os voy a dejar por aquí una foto de cuando estaba en mi peor momento y decidme si veis a una persona empoderada o a una persona destrozada.

No luzco muy empoderada, ¿verdad? Y permitidme que sea directa: la migraña no te empodera, la migraña te jode la vida.
La migraña no te empodera, la migraña te jode la vida
Otra cosa que me chirría mucho y que se enmarca dentro de este discurso tóxico del que estamos hablando, es el hecho de plantear la migraña como una batalla que hay que ganar. Esto no es una guerra. Además, siento que este tipo de afirmaciones ponen mucho peso sobre los hombros del paciente porque lo contrario de ganar es perder. Y si pierdes es porque no has luchado lo suficiente. No hay mentira más grande. En la migraña no hay ganadores ni perdedores, solo pacientes que intentan vivir su vida de la manera más digna posible.