Experiencias en urgencias
El post de hoy es un poquito diferente a lo que estoy acostumbrada a hacer. Hace unos días os pedí por Instagram que me contaseis experiencias que hayáis tenido en urgencias, porque al menos yo tengo para escribir un libro. ¿Por qué os pregunté esto? Porque estaba segura de que me contaríais experiencias malas; evidentemente nadie se molesta en alzar la voz cuando todo va bien.
Con esto lo que pretendo es poner de manifiesto el estigma que pesa sobre las personas que tenemos migraña y la atención poco adecuada que recibimos en algunos casos por tratarse de "un simple dolor de cabeza". Si a esto le sumamos que las urgencias hospitalarias y ambulatorias no están preparadas para crear ese ambiente tranquilo que se requiere para el tratamiento adecuado de las crisis, tenemos el combo perfecto para no querer ni oír la palabra "urgencias".
Aquí van algunas de las cosas que me habéis contado:
Testimonio 1
Una vez la médico no me quería pinchar porque según ella el dolor era por la ansiedad. Y yo en plan: mire señora, tengo ansiedad porque me quiero arrancar la cabeza, no me joda usted. Pues me hizo tomar un ansiolítico, y después de seguir insistiéndole mucho, ya me puso analgésico. Todo esto en una sala con luz blanca horrible, porque como era una migraña inventada...
Testimonio 2
Una doctora estuvo motivada por tenerme de paciente porque escuchaba mi caso en urgencias de que era complicada y de difícil control...Nada más entrar al box y preguntarme por qué venía, me dijo: "¡Ah! Yo no te he tenido pero escuché de tu caso por aquí y hoy sí que me has tocado". No le di mucha guerra, quizás ese día se decepcionó.
Testimonio 3
Yo fui una vez súper mareada y con flojera, notaba como que estaba al borde del desmayo, y me dijeron que si ya me había tomado mi medicación no podían hacer nada más, me tomaron la tensión y me dijeron que la tenía un poco baja, que me fuera a casa a descansar... Cuando otras veces me han pinchado medicación y me han atendido normal...
Testimonio 4
Hubo una temporada que a pesar de estar fatal evitaba por todos los medios ir a Urgencias porque una de las veces que fui me dijeron que una migraña no era razón para ir a Urgencias… Desde entonces me ha pasado hasta en 3 ocasiones una situación parecida. Y encuentro como inconveniente importante las luces y el ruido en urgencias, voy para intentar mejorar y a veces salgo peor…
Testimonio 5
Una vez que fui a urgencias, con un dolor que ya no podía más, me tuvieron más de media hora en la sala de espera y estaba yo solo, no había nadie más en todo el ambulatorio. En la sala de médicos se escuchaban gritos y risas, resulta que estaban celebrando algo y ellos estaban ahí tan tranquilos comiendo y bebiendo, mientras yo no podía más. Cuando salió uno de los enfermeros, mi madre se quejó y el chico le habló fatal y le dijo que nos aguantáramos, que ahora saldría la doctora. Se ve que estaba muy ocupada comiendo. Lo gracioso fue cuando ese mismo enfermero fue el que tuvo que pincharme, se volvió súper amable de repente.
Sin embargo, no todo es negativo y yo, por mi parte, el 90% de las veces he recibido una atención excepcional. Así que, para finalizar dando las gracias al personal sanitario que tan bien me ha tratado siempre, os dejo con una de mis experiencias positivas.
Mayo de 2021 lo recuerdo como un mes horrible en el que el dolor, además de no cesar nunca, no bajaba de 7-8/10. A esto hay que sumarle que llevaba meses sin un tratamiento por las listas de espera, no encontrar un médico adecuado, etc. El resultado es que estaba anímica y físicamente destrozada. Por lo tanto, las visitas a urgencias estaban en mi to-do list semanal.
En una de estas llegué llorando como una magdalena, y le pedí por favor a la enfermera de triaje que si podían darme algún tipo de prioridad, que me moría de dolor y que no aguantaba una hora en la sala de espera hasta que me viera el médico. Me pasaron a otra sala, mucho más tranquila que la sala de espera, me dieron agua y me apagaron las luces. Vino el médico a verme, ni siquiera tuve que ir yo a la consulta, y no me movieron de allí hasta que se quedó un hueco libre en la sala de observación.
Una vez en la sala de observación, las enfermeras intentaban por todos los medios hacer que me sintiera mejor: me hablaban en voz baja, apagaron el foco que estaba justo encima de mí, me preguntaban todo el rato cómo me encontraba...El dolor no recuerdo o no si cedió, pero sí recuerdo salir mucho más tranquila por sentirme tan arropada.