Presta atención a tu película
En una de las sesiones con mi psicóloga llegábamos a la conclusión de que uno de mis principales problemas es que no vivo en el momento presente y que tengo la mente puesta en el futuro; un futuro que además es tremendamente catastrófico. Por si esto no fuera poco, le doy mil vueltas a cada decisión que tomo, pero no a la hora de tomarla (soy bastante impulsiva y no me cuesta decidirme) sino a la hora de medir las consecuencias porque, mientras recorro el camino que he elegido, pienso en los cientos de caminos que podría haber recorrido si hubiera tomado otras decisiones.
¿Qué relación tiene todo esto con la migraña? Pues bien: cuando estoy bien, no disfruto porque estoy pensando en todas las cosas que podrían ir mal. ¿Y si ahora me da una crisis? Por el contrario, cuando estoy mal, me torturo pensando en todas las cosas que estoy dejando de hacer por estar con una crisis. María me planteaba un ejemplo muy sencillo: es como si vas al cine a ver una película pero no disfrutas de la película porque estás pensando en la película que están proyectando en la sala de al lado.
La conclusión de todo esto es que hay que trabajar en mantener la mente anclada al presente, y para esto me han ayudado mucho la meditación y el mindfulness. Por ejemplo, si me estoy tomando un café, estoy disfrutando del café y me concento en su aroma, su sabor, su temperatura…pero no estoy mirando Instagram mientras me tomo el café. Es decir, conecto con todas las sensaciones que despierta en mi cuerpo el hecho de beberme una taza de café.

Por aquí os dejo un esquema que me hizo mi pareja y que muestra de manera muy visual todo esto que os he contado. Como veis, mi cuerpo me permite hacer deporte, quedar con amigos, salir a tomar algo, etc. Pero mi mente está mucho más cerca del dolor absoluto por lo que, a pesar de que mi cuerpo me permita hacer mil cosas, no termino de ser feliz del todo por no vivir en el momento presente y estar anclada a la posibilidad de que en el futuro vuelva a una realidad catastrófica que, por suerte, ya no es la mía.