La nuestra es una vida sufrida
En la última consulta que tuve con el Dr. Porta hubo una frase que se me quedó grabada: la vida de la migrañosa es una vida sufrida, pero no es un infierno. Estas palabras me recordaron a algo que dijo la Dra. Pozo cuando fui a su consulta allá por marzo de 2021, aunque a mí me parezca que fue ayer: la vida de la migrañosa no es una vida de ensueño, pero con estos hábitos (higiene del sueño, alimentación saludable, deporte, etc.) al menos es una vida.
La vida de la migrañosa es una vida sufrida, pero no es un infierno
A pesar de ser verdad, siento que estas afirmaciones salen de bocas de personas que, si bien entienden a la perfección todo lo que nos está pasando, son personas que no lo sufren en sus carnes. Los días, como la vida en sí, suelen ser demasiado cortos cuando se disfrutan, pero eternos cuando se sufren. ¿No os pasa que los días que tenéis migraña parece que tienen 85 horas en lugar de 24?
Los días, como la vida en sí, suelen ser demasiado cortos cuando se disfrutan, pero eternos cuando se sufren
A veces me da por pensar todo lo que tengo que hacer para estar bien y cómo de liberada me sentiría si pudiera estar bien sin hacer todas esas cosas. Levantarse y acostarse siempre a la misma hora, no dejar largos periodos de ayuno entre comidas, tomarme las pastillas, acudir al neurólogo, etc. Es un estilo de vida que no deja lugar a la improvisación, y eso con 24 años a veces me frustra bastante porque siento que se me está escapando la vida de las manos.
Sin embargo, creo que los días que estamos bien los disfrutamos el doble, porque sabemos que nuestro bienestar es limitado. Entonces, vas disfrutando un poco cuando puedes, porque sabes que no tienes el control de tu vida, que es tu enfermedad la que determina cuándo puedes vivir y cuándo no.
Creo que un poco la conclusión de esta pequeña reflexión es que en la vida nos tocan unas cartas y son con esas cartas con las que tenemos que jugar. A nosotras nos han tocado las cartas de la migraña, y vamos sobrellevando el día a día como buenamente podemos, aunque es un día a día que dista mucho de ser normal, y con normal me refiero a vivir a tu manera sin los grilletes que supone vivir con una enfermedad crónica. Efectivamente con el tratamiento se abre una puerta a través de la que puedes escapar del infierno, pero sigue siendo una vida tremendamente sufrida.